
“En la vida, no hay que temer nada, sólo tratar de comprender”
Marie Curie
Un bonito libro. Se lee de un tirón y te hace sonreír. Quizás no sea el libro del siglo, pero bueno, contada desde los ojos de un niño de once años, la historia se te hace amena y entretenida, te hace pasar un momento agradable.
Es la historia de un niño que al enterarse que sus padres se van a separar le pide al cielo que haga algo. Sólo un poco de ayuda. Y el cielo le hace caso. De repente deja caer hielo y hielo sin cesar. Menuda ayuda. ¿O quizás el frío cambie el rumbo de sus vidas? Además, en el hielo, se entremezclan las vidas de unos personajes un tanto pintorescos. Un matemático ruso que se pasa el día mirando la trayectoria que trazan sus cuatro peces porque pretende probar en su tesis que los peces se mueven en función del resto. Una bailarina de streaptease sin suerte en el amor. Un huraño que se pasa el día en el sofá entre cervezas dejándose cuidar por su hijo de once años. Una pareja de gays que pasean a su perro por separado para que la gente no sospeche y piensen que son hermanos.

Otras pequeñas lecciones:
“El mundo necesita a esos marginados que terminan cruzando la línea de meta como vencedores, de otro modo la esperanza no sería más que una carrera sin fin”
“La revelación no es sólo una luz interior, es una luz que, al iluminar tu verdadera cara hacia el mundo, termina por cambiar lo que el mundo ve”
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