"Con eso basta. Estamos mirando la misma luna del mismo mundo. Estamos ligados a la realidad por la misma línea. Seguro. Sólo tengo que ir tirando de ella en silencio."

(Sputnik, mi amor - Haruki Murakami)


miércoles, 17 de febrero de 2010

El frío modifica la trayectoria de los peces


En la vida, no hay que temer nada, sólo tratar de comprender”

Marie Curie


Un bonito libro. Se lee de un tirón y te hace sonreír. Quizás no sea el libro del siglo, pero bueno, contada desde los ojos de un niño de once años, la historia se te hace amena y entretenida, te hace pasar un momento agradable.

Es la historia de un niño que al enterarse que sus padres se van a separar le pide al cielo que haga algo. Sólo un poco de ayuda. Y el cielo le hace caso. De repente deja caer hielo y hielo sin cesar. Menuda ayuda. ¿O quizás el frío cambie el rumbo de sus vidas? Además, en el hielo, se entremezclan las vidas de unos personajes un tanto pintorescos. Un matemático ruso que se pasa el día mirando la trayectoria que trazan sus cuatro peces porque pretende probar en su tesis que los peces se mueven en función del resto. Una bailarina de streaptease sin suerte en el amor. Un huraño que se pasa el día en el sofá entre cervezas dejándose cuidar por su hijo de once años. Una pareja de gays que pasean a su perro por separado para que la gente no sospeche y piensen que son hermanos.

En mi opinión, si tienes los ojos abiertos, si estás dispuesto a ello, cada libro puede enseñarte pequeñas lecciones. Aunque para cada persona esas lecciones puedan ser diferentes. Depende de con que ojos lo leas. De este libro, personalmente, entiendo, aprendo, que a veces se olvida por qué comenzaste a querer a alguien. Un día te despiertas y ya sólo ves lo que os separa, y cada vez más lejos. Pero quizá no sea sólo culpa del otro, que ha cambiado. Quizá también sea culpa tuya, que has cambiado. Hay que pararse. Reflexionar. Comprender. No olvidar lo que un día fuiste, porque quizás aún esté dentro de ti. Dormido. Tal vez la rutina envolvió tus sueños, tus ilusiones. Y ya no se ven. Desenvuélvelos. Desenvolvedlos. Juntos. Y quizás lo que os separa se vuelva a hacer pequeño, casi invisible, y lo que os una sea, incluso, más que antes. Cumpliendo sueños, ilusiones. Quizás, para comprender al otro, hay que comprenderse a uno mismo primero. Pararse. Reflexionar. Comprender.

Una bonita lección. En realidad, creo que hay más lecciones por aprender en este libro, pero supongo que, para mí, ésta es la principal. Una vez más, siempre depende de los ojos con lo que lo leas.

Recomiendo este libro a quien quiera pasar un rato agradable. A quien le apetezca escuchar la opinión de un niño de once años y crea que pueda aprender algo de él.

Y quizás el frío ayude a refrescar la memoria, haciendo reaccionar los corazones.


Otras pequeñas lecciones:

El mundo necesita a esos marginados que terminan cruzando la línea de meta como vencedores, de otro modo la esperanza no sería más que una carrera sin fin

La revelación no es sólo una luz interior, es una luz que, al iluminar tu verdadera cara hacia el mundo, termina por cambiar lo que el mundo ve

0 comentarios: