"Con eso basta. Estamos mirando la misma luna del mismo mundo. Estamos ligados a la realidad por la misma línea. Seguro. Sólo tengo que ir tirando de ella en silencio."

(Sputnik, mi amor - Haruki Murakami)


martes, 27 de abril de 2010

Maldito karma


Hace ya unos meses que leí esta novela y hoy me he acordado de ella de repente, y me ha sacado una sonrisa. Tengo un buen recuerdo de ella. Me resultó muy divertida, te hace reir, o al menos, sonreir, que a veces apetece también cuando estás leyendo un libro.

Es la historia de Kim Lange, una famosa presentadora de televisión, egoísta y egocéntrica, que sólo le preocupa su trabajo y que ve como su matrimonio cae en picado mientras piensa en ser infiel y que apenas presta atención a su hija. Y de repente un día, muere de una forma un tanto estúpida diría yo (si lo leéis ya lo descubriréis, no me gusta desvelar ningún detalle) y se reencarna en hormiga. Cuando se despierta sin entender nada y con el susto en su pequeño cuerpo se encuentra con Buda y éste le explica que si quiere tener una vida mejor la próxima vez, debe intentar acumular buen karma. Y de hay en adelante nuestra protagonista vive y muere una y otra vez viviendo toda una serie de aventuras y tratando de acumular suficiente karma en cada oportunidad para reencarnarse en algo mejor y poder recuperar a su familia. Además, en su viaje le acompaña alguien muy especial con quien va reencontrándose vida tras vida (tampoco lo desvelo, y a quien le entre curiosidad ya sabe) y que le ayuda en su empeño.

Desde luego no hace falta creer en la reencarnación ni nada por el estilo para pasar un rato agradable, aunque después de leer esta novela quizás se piense uno un par de veces el aplastar a un pequeño bichito. Nunca se sabe quien podría llegar a ser, o mejor dicho, haber sido (aunque pensándolo bien, si se ha reencarnado en bichito seguro que no fue alguien muy bueno en su vida anterior...).

La moraleja, desde luego, es clara, acumula buen karma en esta vida, creas o no en la reencarnación, porque lo que está claro es que esta vida la estás viviendo ahora y rodeado de los que tienes a tu lado, así que aprovecha y no los descuides.

lunes, 26 de abril de 2010

Los hijos de la libertad


Desde que leí Ojalá fuera cierto hace muchos años (mucho antes de que saliera la peli) que cayó en mis manos por casualidad, como podía haber caído cualquier otro, rebuscando en una librería sin un objetivo fijo, empezó mi historia con Marc Levy. Oye que me pareció original aquello de que chico conoce chica, y chica resulta ser un fantasma. Y no me equivoqué. Como digo, empezó mi historia con su autor. He intentado ir leyendo todos sus libros, y acabo de terminar éste, que me había dejado por el camino, y ya sólo me falta por leer otro que tengo encargado desde hace meses porque no lo encuentro por ningún lado y que parece ser que allí tampoco va a ser (La mirada de una mujer).

Mi historia con Marc. ¿Por qué me gusta tanto? Siempre o casi siempre (este último libro ha sido la gran excepción) reside entre sus páginas algún elemento mágico pero totalmente creíble y real mientras él te lo cuenta. La chica fantasma en Ojalá fuera cierto, Dios y el diablo peleándose en Siete días para una eternidad, viajes en el tiempo en La próxima vez. Para alguien que no cree en nada o casi nada en ese aspecto, resulta, como diría, evasivo, liberador tal vez, dejarse llevar por un rato. Realismo mágico una vez más. Como con Isabel Allende o García Márquez.

Sin embargo esta vez es todo lo contrario. En esta ocasión afronta la más dura realidad del hombre, su pérdida de libertad, y la trata con un realismo que hasta llega a doler. Una batalla por la libertad de la Resistencia en la era nazi, donde muchos hombres y mujeres perdieron la dignidad y lucharon por su libertad. Creo que ya he dicho antes, que Libertad es mi palabra favorita en el mundo. Pues vaya, me voy encontrado libros en mi camino que hacen que me reafirme una y otra vez en ello. Un libro duro, donde a veces se pierde la esperanza, pero nunca nunca, la libertad en el corazón.

Y aquí dejo el párrafo que más me ha gustado del libro, el que más dentro me ha llegado, cuando un hombre moribundo le pide a su amigo que ponga un poco de su libertad en los hijos que pueda llegar a tener en un mundo libre:

“Entonces tendrás que pedirles algo de mi parte, y diles que es muy importante para mí. Será como si mantuvieran una promesa que hubiera hecho su padre en un pasado que ya no existirá. Porque este pasado de guerra habrá dejado de existir, ya verás. Les dirás que cuenten nuestra historia en su mundo libre, que luchamos por ellos. Les enseñarás que, en este mundo, no hay nada más importante que la jodida libertad, capaz de someterse al mejor postor. Les dirás también que esa gran zorra ama el amor de los hombres, que siempre se escapará de quienes quieran apresarla, y que siempre dará la victoria al que la respete y a quien no espere nunca mantenerla en su cama. Jeannot, diles que cuenten todo eso de mi parte, con sus propias palabras, con las de su época. Las mías están hechas con acentos de mi país, de la sangre que tengo en la boca y en las manos.”

Tal y como te sumerge en su realismo mágico en otras ocasiones, así te mete de lleno en la triste realidad de la guerra. Sin magia, sería imposible. La guerra es la mayor desgracia del hombre, la mayor idiotez. El poder corrompe y la guerra destroza y mata libertades. Y Levy te la cuenta como si la hubiera vivido. En realidad, casi, ya que es la historia de su padre y su tío contada por él. Así que, podemos imaginar que su padre, Jeannot, mantuvo su promesa a aquel moribundo.

miércoles, 14 de abril de 2010

Navegando el Meditarráneo


Salida: Barcelona. Nada más llegar nos saluda su enorme Familia. Agradecida. Acogedora. La he visto tantas veces... y tantas veces me sorprende. Interminable. Asombrosa. Buscándole cada vez un rincón antes huido que fotografiar. Barcelona, una de mis ciudades favoritas, y que aprovechando la salida le dedicamos dos días. Más que a Barcelona, a su gente. Amigas que como si fuera ayer que nos vimos por última vez nos encontramos. Conociendo y apreciando en cada visita un poco más. De Barcelona, mis amigas.


Y empezamos a nadar...


Primera parada: Mónaco. Precioso. Pero demasiado lujo para mis ojos, demasiado glamour, demasiado todo. Desde un lugar privilegiado se puede ver la lucha del hombre contra
la Tierra. Y de repente una gaviota. Que envidia, a veces, volar, sentir el viento en la cara, rozar el mar con las alas. Ese mar azul, tan azul. De Mónaco entonces, el mar, el acantilado y su gaviota.


Segunda parada: Florencia bella. Romántica.
De Florencia me quedo con su esencia, imaginando los artistas que la elevaron, paseando por sus calles, escultores, pintores, arquitectos, escritores…


Seguimos nadando y Roma: Roma. Eterna. Me enamoré de Roma. Unas horas no son suficientes, tan sólo un aperitivo que te abre el apetito. De Roma, de momento,
la Fontana di Trevi. Escondida entre callejuelas aparece, sin avisar, majestuosa. Quién sabe por qué, la imaginaba redonda y en mitad de una gran plaza. Y me encontré esto. Impresionante.


Y dentro de Roma, pero en otro estado, el Vaticano. Entrando en una plaza cambiamos de país. Y todo el arte reunido. En fin, no cabe, no en palabras. Del Vaticano, por supuesto, la sala de las musas…

Finalmente Nápoles y las ruinas de Pompeya. Imaginando otra época, otra vida. ¿Cómo podían vivir sin teléfono ni ordenador? ¿sin Zara? Que bonito sería experimentarlo por un instante. De Pompeya, cómo no, el teatro.

Y regresamos, anhelantes de más...

martes, 6 de abril de 2010

Lo verdadero es un momento de lo falso


Bueno, por dónde empezar con este libro. Lucía Etxebarria. Por sí solo el nombre de la autora a mí ya me dice mucho cuando elijo este libro. Como con todos sus libros. Y es que desde que leí Beatriz y los cuerpos celestes, Lucía se convirtió en mi escritora favorita. Tengo varios escritores fetiche, de esos de los que en cuanto sale un nuevo libro no dudo en leerlo. Lucía Etxebarria fue la primera (sin contar Agatha Christie cuando comenzaba a interesarme por la lectura). El caso es que para mí es ya una cuestión de lealtad. Lucía es una de mis debilidades, ¡qué le voy a hacer!

Así que cuando salió a la venta Lo verdadero es un momento de lo falso, ahí estaba yo, comprando la primera edición para mi pequeña bibilioteca, donde los libros de esta escritora ocupan un lugar privilegiado.

El caso es que no ha dejado de sorprenderme este libro. Para empezar, va la tía y saca cuatro portadas diferentes, cosas del marketing supongo, pero que oye, funcionan. Te llaman la atención y como soy así, pues me tiré mi rato eligiendo portada, aunque la diferencia estribaba tan solo en el color de una pequeña parte. Amarillo, verde, azul y lila. Para los curiosos, yo escogí el lila. Creo que por ser el color de la mujer. Por ser una de las escritoras que en mi opinión más defiende el papel de la mujer en la sociedad actual. Pues sí, escogí el lila. Me salió así.

En fin, al tema, que es el libro. La historia gira alrededor de la muerte repentina a los veintisiete años de Pumuky, el cantante de un grupo musical de éxito, convertido primero en ídolo y después, como sucede en estos casos, en mito. La historia de su muerte desde la perspectiva de las distintas personas que se mueven alrededor de este grupo. Los ideales de estos jóvenes, sus intereses, sus relaciones, la vida, el sexo, explícito muchas veces, el amor, la amistad, las drogas, el éxito, el fracaso, la verdad y la mentira. Un libro en el que cobran vida personajes tan lejanos para nuestro entorno como popstars o modelos, gente con éxito, que sin duda alguna vez hemos admirado, y te acerca a su estilo de vida, conociendo anhelos, necesidades, tristezas, alegrías y demás, que seguro no se alejarán de la realidad de muchos artistas reales.

Y de repente en mitad del libro me encuentro guiños a su anterior novela Cosmofobia y me saca una sonrisa. Resucitando personajes olvidados que por un momento vuelven a convertirse en reales. Y es que cuando lees un libro sus personajes son reales, no son papel, tienen cara, tienen vida. Y más en este libro, que más que reales, son hiperreales, y es que para terminar, entro en la página que pone al final del libro, el famoso MySpace del grupo, que tanto se nombra en el libro, y me encuentro esto:

Vamos, que se ha montado un grupo la tía. La canción mola y todo. El vídeo me gusta. Los protagonistas, Pumuky y Romano, tienen hasta Facebook. Y siguiendo links y curioseando, me encuentro esto otro:

Pues eso, que resulta, que se ha creado un grupo, se ha cargado al cantante cuando más éxito tenían y ha creado una biografía a partir de las personas cercanas al grupo. Hiperrealidad total. Casi lloro al ver el vídeo y todo. Original sin duda. Puede gustar el libro más o menos, pero sin duda por todo el trabajo que ha llevado a cabo, y la historia que se ha formado alrededor merece la pena leerlo. Yo, por supuesto, lo he devorado.

El 8 de abril realiza en Madrid la presentación oficial de Lo verdadero es un momento de lo falso. Ojalá pudiese ir a verla. Por supuesto, con grupo y todo, aunque sin Pumuky, claro, que está muerto. Descanse en paz.

Sin noticias de Gurb


Siempre tuve curiosidad por leer este libro, no sé por qué tenía la impresión de que era el típico libro que se manda leer en el instituto, y tras haberlo leído no me extraña nada, porque es perfecto para cogerle el gusto a esto de los libros.

Y claro, cuando me enteré que el escritor era Eduardo Mendoza fue lo que definitivamente me hizo ir derecha a la librería en su busca. Será uno de sus pocos libros que no esté en edición de bolsillo, por lo que nunca lo había visto expuesto, y nunca encontré la casualidad de elegirlo. Como comenté cuando leí "El misterio de la cripta embrujada" tengo más libros suyos en la recámara, pero adelanté éste a la lista de espera por la curiosidad esa de la que hablaba.

En un principio, este libro era una publicación por entregas en el periódico El País a principios de los noventa y que finalmente el autor decidió transformar en un libro.

Es tan ameno y se lee tan rápido que no quiero ni contar una línea del libro para no desvelar ningún detalle. Pero sin duda la ironía llevada al absurdo esconde tras de sí una crítica a la sociedad actual, en mi opinión, totalmente acertada.

Definitivamente me he enganchado a la literatura de Eduardo Mendoza.